¡¡Ahí estaba!!
Ahí estaba, en silencio; doliente por tu ausencia; agotada físicamente, consciente de tu partida, amando cada instante, agradecida con Dios, con mis amados hijos, con mi amigo del alma por estar presentes, por su silencio y compañía, sólo ellos podían entender mi estrujado corazón y mi alma vacilante.
Vives en mí, y aún te extraño ma.